Delicada, como una frágil florecilla
sugerente, como una mujer encendida
se desliza lentamente,
esta deidad dorada,
por mi garganta extasiada.
Con una volátil espuma
y semblante a la miel,
pero no dulce sino amarga
beberla fría como el hielo,
es un placer digno del cielo.
Jugo de reyes y nobles,
pero también,
de trabajadores y pobres,
deleita a todos quienes la beben,
haciendo sentir la vida en sus mentes.
Trigo, lúpulo, cebada,
agua, malta,
son los que dan
forma y alma
a esta queridísima dama.
Hija de antiquísimas culturas,
que con mimo y afán,
bebieron y veneraron
esta dichosa bebida
que ha alegrado todos nuestros días.
Recuerda siempre, amigo mío
este fiel consejo,
que ya sea solo,
con los amigos o tú pareja,
nunca puede faltar una buena cerveza.
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