lunes, 27 de febrero de 2012

Charles Baudelaire

    El vampiro

      Tú que, como una cuchillada;
      Entraste en mi dolorido corazón.
      Tú que, como un repugnante tropel
      De demonios, viniste loca y adornada,

      Para hacer de mi espíritu humillado
      Tu lecho y tu dominio.
      ¡Infame a quien estoy ligado
      Como el forzado a su cadena!,
      Como al juego el jugador empedernido,
      Como el borracho a la botella,
      Como a la carroña los gusanos.
      -¡Maldita, maldita seas tú!

      Supliqué a la rápida espada
      Que conquistara mi libertad
      Y supliqué al pérfido veneno
      Que sacudiera mi ruindad.
      ¡Ay!, el veneno y la espada.
      Me desdeñaron diciéndome:
      -No eres digno de que se te libere
      De tu esclavitud maldita.
      -¡Imbécil! -Si de su dominio
      Te libraron nuestros esfuerzos,
      Tus besos resucitarían
      El cadáver de tu vampiro.

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